Miedo a los animales – zoofobia.
El miedo a los animales es un grupo amplio y extendido de trastornos de ansiedad-fobia. El gran número de pacientes con un diagnóstico generalizado de zoofobia es comprensible, ya que estos temores tienen sus raíces en la antigüedad.
El subconsciente humano transmite genéticamente a su descendencia los miedos experimentados y las consecuencias desagradables de los encuentros con animales salvajes. Aunque la mayoría de la gente tiene una actitud y un comportamiento sensatos hacia los animales, no todo el mundo se conmueve con ellos o incluso los odia. Existe una categoría bastante amplia de personas que no sólo tienen miedo a los animales, sino que experimentan ataques de miedo irracional ante la sola idea de encontrarse con ellos. La zoofobia tiene sus propios subtipos: el trastorno de pánico, por regla general, provoca un tipo particular de animales.
Las principales causas de este trastorno son:
- factor genético: un instinto «primordial» modificado, que se produce en la infancia;
- la herencia: la presencia de miedos en los padres;
- una educación incorrecta hacia los animales.
Entre los trastornos «clásicos», los más comunes son la aylurofobia (miedo a los gatos) y la cinefobia (miedo a los perros). Estas fobias generalmente surgen después de que un individuo haya tenido una interacción desafortunada con animales y son el resultado de un trauma físico y emocional. El miedo se fija a nivel inconsciente, actuando como una especie de mecanismo de defensa. En cuanto el paciente se enfrenta a la mención de objetos «peligrosos» para él, experimenta todos los síntomas somáticos de la ansiedad. Algunos pacientes sólo necesitan oír una historia sobre un animal o ver su imagen para sentir pánico, mientras que otros experimentan síntomas sólo al entrar en contacto directo con él.
Es un hecho interesante que bastantes personas famosas y reputadas han sufrido estas variedades de zoofobia. Y en el mundo actual, una persona que sufre este trastorno está condenada a una existencia «problemática»: tiene que recurrir a comportamientos de evitación, renunciar a muchas de las alegrías de la vida y estar constantemente «en guardia». Una visita a un psicólogo puede ayudar a deshacerse por completo del miedo y devolver al paciente a una vida normal y plena.
Algunos de los objetos más comunes del miedo son las arañas. Según la Asociación Americana de Psicología, el miedo pánico a las arañas – aracnofobia – lo padece alrededor del 30% de la población mundial. La aracnofobia es un miedo inexplicable a los insectos de la familia de las arañas (por ejemplo: arañas, moscas del heno, escorpiones), que aumenta con el tiempo. La mayoría de los pacientes sienten un intenso terror no sólo cuando entran en contacto con objetos reales, sino también cuando ven insectos muertos y secos, telas de araña, imágenes y fotografías. Evitan ver películas sobre arañas y se asustan cuando escuchan información sobre ellas.
Miedo irracional bastante extendido a los reptiles: la herpetofobia. En esta enfermedad, una persona, por la razón que sea, comienza a experimentar una intensa e inexplicable ansiedad ante lagartos, reptiles, serpientes y otros anfibios similares. Los objetos del miedo son individuales y dependen de los rasgos de la personalidad del paciente. Por ejemplo, un paciente tiene un ataque de pánico sólo ante grandes serpientes, mientras que el otro empieza a temblar de terror incluso al ver un pequeño lagarto de juguete. La fobia es insidiosa en el sentido de que el paciente acabará desarrollando un miedo a los objetos que parecen estar indirectamente relacionados con los reptiles. El enfermo deja de ir a los recintos zoológicos, a los zoológicos y a las tiendas de animales, se niega a dar paseos por los bosques y los parques, es decir, evita ir a los lugares en los que presumiblemente existe la posibilidad de entrar en contacto con el objeto de su miedo. Un caso común de este trastorno es la ofidiofobia (miedo exagerado a las serpientes). Un paciente que padece ofidiofobia no sólo siente aversión por las serpientes y miedo a ser mordido, sino que puede quedar insensible ante la mera idea de ver su imagen en una revista o en la televisión.
El miedo a los insectos
El miedo a los insectos -entomofobia – es mucho menos común:
- de los insectos: la entomofobia;
- hormigas – mirmecofobia;
- abejas – apiofobia;
- de los pájaros – ornitofobia;
- toros – taurofobia;
- Caballos – hipofobia;
- ratones – muzofobia;
- ratas – zemmifobia;
- nutrias – lutrofobia;
- peces – ictiofobia;
- tiburones – selacofobia;
- ranas – batracio;
- sapos – bufonofobia;
- bacterias – verminofobia.
Los individuos con rasgos anankáticos suelen tener parasitofobia (miedo a parásitos como chinches, piojos o pulgas). Aunque la mayoría de las personas están contentas de «vivir al lado» de los parásitos y no viven su vida en una batalla constante con ellos, el miedo a la parasitofobia alcanza un punto crítico en los pacientes con parasitofobia. Se someten a todo tipo de exámenes médicos, tratando de «detectar» rastros de la presencia de parásitos, recurren a extraños métodos de protección, realizan incesantemente la higienización del hogar.
Los pacientes parasitófilos excluyen todo contacto con animales y prestan mucha atención al tratamiento térmico de los alimentos. Se podría argumentar que la vida de los parasitófilos consiste en lavarse, limpiarse, desinfectarse, ir al médico y evitar el contacto «peligroso».
Representantes «exóticos» de los miedos:
- Dorofobia (miedo a las pieles y a los animales);
- ostraconofobia (miedo al marisco);
- alektorofobia (miedo a los pollos);
- Mottefobia (miedo a las mariposas).
Para curar el miedo a los animales, los psicólogos y psiquiatras recurren a diferentes técnicas, tanto de medicación como de psicoterapia. El tratamiento de estos trastornos suele ser largo y difícil, ya que tienen las raíces más naturales, pero en la mayoría de los casos se puede aliviar significativamente el estado del paciente.