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Algofobia: superar el miedo al dolor físico
Todas las personas, de vez en cuando, experimentan ansiedad, preocupaciones y miedos de algún tipo. La aparición ocasional de estas emociones es una propiedad adaptativa natural de la actividad mental, cuyo objetivo principal es realizar funciones importantes para proteger la salud y la vida humanas.
Una de las experiencias humanas más frecuentes y extendidas es el miedo al dolor —algofobia o alginofobia. Una persona que ha experimentado dolor físico en algún momento teme inconscientemente otra experiencia desagradable y dolorosa y trata de prevenir y evitar la repetición de estas situaciones peligrosas.
La generación nacida en los siglos XX y XXI, a diferencia de sus antepasados, tiene mucho miedo al dolor. La razón de esta «ansiedad masiva» no es en absoluto una mutación del organismo, que ha disminuido el umbral del dolor. La razón del miedo al dolor radica en la psicología humana: la gente está acostumbrada a estar en completa comodidad, y al experimentar el más mínimo dolor se apresura a ir a la farmacia y tomar al azar y sin control medicamentos recetados.
Aunque, en términos psiquiátricos, sólo una pequeña proporción de los que tienen miedo al dolor se califican como una condición clínica llamada trastornos de ansiedad, que requieren tratamiento o remedios psicológicos.
Sólo en un pequeño número de personas el miedo al dolor físico adopta una forma regular, sostenida e intensa y las manifestaciones de las reacciones autonómicas adquieren un grado patológicamente elevado de respuesta a los estímulos. En estos casos se puede suponer la aparición de algofobia, una ansiedad persistente e intrusiva muy pronunciada, que se exacerba irremediablemente en situaciones en las que existe la más mínima posibilidad de experimentar dolor físico. El miedo genuino impulsado por el pánico desafía la comprensión y la lógica en los pacientes, y no pueden ni saben cómo dejar de tener miedo al dolor por sí mismos. El miedo a experimentar el sufrimiento físico deja de estar bajo el control del individuo, dificulta e impide las actividades normales de la vida y limita los contactos sociales.
A medida que el trastorno de ansiedad-fobia se va desarrollando y afianzando, las personas que lo padecen comienzan a evitar ciertas actividades, objetos o situaciones en las que perciben que existe un riesgo de lesión, de resultar heridos o de verse involucrados en una pelea, por ejemplo.
Dependiendo de la intensidad de la ansiedad, los pacientes con alginofobia se ven privados de muchos de los placeres de la vida: no asisten a actos públicos activos, no participan en competiciones deportivas y rehúyen los encuentros amistosos en lugares públicos. Todos los intentos de la persona que sufre por recomponerse y convencerse de que no hay motivo para la ansiedad, de que el miedo es irracional, por regla general, no dan resultado.
La algofobia va acompañada de otros trastornos, siendo el más común la eucmofobia, el miedo a ser golpeado por objetos punzantes. El estrés experimentado a diario, las expectativas de que una persona no podrá sobrevivir al más mínimo dolor, pueden provocar un «ramillete» de otros trastornos mentales patológicos secundarios, causar una depresión severa prolongada. Un algófobo, al no saber cómo superar su miedo al dolor, puede eludir durante mucho tiempo los exámenes médicos, las visitas a la clínica dental o posponer una intervención quirúrgica vital y urgente. Los ataques graves de miedo pueden provocar reacciones de pánico, que se manifiestan como miedo a volverse loco, miedo a morir y suelen ir acompañados de desmayos.
Cabe señalar que la medicina moderna cuenta con una amplia lista de métodos de alivio del dolor en su arsenal, y el miedo a experimentar dolor en un centro de tratamiento es de naturaleza puramente psicológica. Sin embargo, la raíz del trastorno fóbico puede derivarse de la experiencia personal de dolor, como por ejemplo de lesiones, heridas, quemaduras, congelación y otros incidentes.
Hay que referirse específicamente a la explicación psicoanalítica del miedo al dolor, que relaciona la fobia con un deseo desplazado por el individuo. Los defensores del psicoanálisis explican el origen del trastorno en el contexto de las tendencias sádicas y masoquistas, que creen que están presentes en diversos grados en la psique humana. Las técnicas que utilizan sugieren que primero hay que averiguar las razones que subyacen al deseo subconsciente de sentir dolor. En cuanto el paciente descubra la causa de la ansiedad inexplicable, se dará cuenta inmediatamente de que el miedo es irreal e irrelevante. Una vez que la persona acepte esta información, el miedo al pánico disminuirá o perderá su impacto por completo.
El miedo al dolor cumple una función tanto destructiva como beneficiosa. Antes de ver los métodos para deshacerse del miedo al dolor, recomendamos que se revise cuidadosamente la siguiente información.
¿Tiene algún beneficio el miedo al dolor?
De hecho, el miedo es, a primera vista, una sensación extremadamente desagradable y completamente innecesaria. El miedo, la preocupación y la ansiedad siempre se han considerado emociones negativas y perjudiciales. Traen a la gente sentimientos desagradables, les privan de la alegría y la paz mental y les impiden hacer las cosas que les gustan. Los ataques frecuentes e intensos de ansiedad, que se prolongan sin tratamiento durante largos periodos, «envenenan» la vida normal de la persona, reducen el abanico de intereses y se centran únicamente en la espera de las sensaciones angustiosas.
Pero, según algunos investigadores, el miedo fue concebido originalmente como una emoción útil que surgió y se afianzó durante la evolución humana, y cuya finalidad era advertir y proteger al individuo contra los numerosos peligros que existían en la sociedad primitiva. El miedo y el dolor fueron concebidos como perros guardianes para proteger al cuerpo de las influencias nocivas del exterior, de las acciones peligrosas para la salud y arriesgadas para el bienestar. Más tarde, cuando la sociedad humana cambió radicalmente el entorno natural y creó un nuevo entorno social y creado por el hombre, una reacción saludable, el miedo, comenzó a transformarse y a «fallar», lo que dio lugar a la aparición de los trastornos ansioso-fóbicos.
¿En qué situaciones el miedo al dolor, que no tiene una forma patológica, puede ser útil para una persona?
- Beneficio 1. El miedo al dolor físico salva vidas al actuar como freno a las situaciones de peligro. Los que no saben nadar bien no se alejan de la orilla, ni meten los dedos en un enchufe ni sumergen las manos en agua hirviendo.
- Beneficio 2. El miedo natural al dolor moviliza todos los recursos del cuerpo en circunstancias críticas para afrontar activamente los acontecimientos que amenazan la vida. Esta emoción, como parte de la norma, aumenta significativamente la resistencia física y la potencia, abre la «segunda» respiración, proporciona un pensamiento claro y nítido, que resulta de la liberación de adrenalina en el torrente sanguíneo, lo que mejora el suministro de oxígeno a los órganos. Hay muchos casos reportados en los que un hombre aparentemente débil físicamente, atacado por un matón más duro que tenía miedo de experimentar dolor después de una paliza, ha logrado dar una respuesta decente al bandido.
- Beneficio 3. En los individuos amorales, este miedo actúa como regulador de la agresividad biológica y como desincentivo al uso de la violencia para imponer el orden social. El miedo al «palo», es decir, el temor a terminar en una institución penal donde la probabilidad de sufrir dolor físico es muy alta, es un mecanismo de protección contra la comisión de delitos o el daño a la sociedad.
- Beneficio 4. La experiencia de miedo o temor de un individuo en una situación de peligro fija la experiencia y le protege posteriormente de la participación en eventos similares. Por ejemplo: un niño que sufre involuntariamente el dolor físico de una quemadura junto a una hoguera recordará durante mucho tiempo el suceso, y será entonces cuidadoso al tratar con el fuego.
- Beneficio 5. Según el académico Simonov, la finalidad del miedo es permitir actuar cuando se carece de la información, los conocimientos y la experiencia necesarios para tomar una decisión meditada y correcta. En este caso, el miedo a un acontecimiento negativo permite al individuo reaccionar al mayor flujo posible de señales entrantes para evitar la omisión de información importante, cuya ignorancia podría causar dolor físico o la pérdida de la vida.
- Beneficio 6. Como señala Kempinski, el propósito positivo del miedo no patológico es estimular la actividad del cerebro y de todos los sentidos bajo la influencia del miedo, lo que permite a la persona notar, reconocer y, a veces, anticipar el más mínimo indicio de una situación posiblemente peligrosa, que ponga en peligro la vida o sea físicamente dolorosa.
- Beneficio 7. Muchos psicólogos están de acuerdo con la afirmación de Riemann de que, a través de la superación del miedo al dolor existente, se produce la mejora y el desarrollo personal. El miedo es el iniciador del cambio, lo que indica la necesidad de descubrir y corregir errores en el estilo de vida y el comportamiento. Es una llamada a dar nuevos pasos en el desarrollo humano, una invitación a aceptarse como persona y a asumir la plena responsabilidad de lo que ocurre en la vida.
¿Podría un leve temor al dolor ser un guardián vigilante de su salud y su vida?
Algofobia: Tratamiento
Dependiendo de la gravedad de los ataques, la naturaleza y la duración de la enfermedad, se pueden recetar sedantes homeopáticos que contengan menta, melisa, valeriana, agripalma o tranquilizantes suaves como el gidazepam a un paciente con síntomas de alginofobia vegetativa.
Si existe un trastorno depresivo, se recetan antidepresivos que afectan a la producción y al metabolismo de la serotonina en el organismo.
El pilar del tratamiento es el uso de técnicas psicoterapéuticas bien establecidas y probadas, ya que el miedo al dolor físico es casi siempre susceptible de corrección psicoterapéutica. El médico desarrolla un programa de psicoterapia específico para cada paciente de forma individual.
Entrenamiento autógeno: una forma eficaz de afrontar el miedo al dolor
El método de entrenamiento autógeno (autohipnosis) puede ser estudiado y dominado por cualquier persona que sufra de algofobia. La auto-observación es un procedimiento útil para toda persona, que influye significativamente en todos los procesos del organismo, tanto mentales como somáticos, incluyendo los estados que no pueden ser regulados por un individuo al azar o conscientemente a propósito.
Los ejercicios de entrenamiento autógeno realizados con relajación muscular completa regulan el estado neuro-emocional, alivian la ansiedad y los miedos, mejoran el bienestar general, restauran la eficiencia, devuelven la alegría y la vivacidad.
Tenga en cuenta que el efecto del ejercicio no es inmediato, sino después de unos 2 meses de entrenamiento regular. Se aconseja a quienes sufren de algofobia que elaboren su propia «lista de sugerencias» bajo la dirección de un psicólogo experimentado.
Técnicas de entrenamiento autógeno
El entrenamiento autógeno debe realizarse 3 veces al día:
- Por la mañana, después de despertarse;
- Durante el descanso diurno;
- Por la noche, antes de acostarse.
El tiempo de los ejercicios es de al menos 10 minutos. Haga ejercicio en una habitación cómoda y tranquila. Siéntese cómodamente sobre su espalda. Cierra los ojos. Coloca los brazos a lo largo del torso, doblando ligeramente los codos. Trata de relajarte al máximo, intenta conseguir una sensación de calor y pesadez en tu cuerpo.
Diga las fórmulas en voz alta o en silencio, tratando de evocar visiones vívidas.
Ejemplos de afirmaciones:
- Me relajo y desconecto.
- Mi cara se relaja y se calienta, mis párpados se relajan, mi frente se alisa.
- Mis brazos derecho e izquierdo se relajan, cálidos y pesados.
- Mi pierna derecha y la izquierda se relajan, calientes y pesadas.
- Mi espalda se relaja y mi estómago se vuelve suave y cálido.
- Siento un calor agradable en la zona del pecho.
- Mi corazón late rítmica y tranquilamente.
- Mis vasos sanguíneos se han dilatado, la sangre que da vida fluye a través de ellos, llevando alimento y energía a cada célula de mi cuerpo.
- Mi cabeza está clara, ligera, brillante.
- Estoy perfectamente descansado, relajado y tranquilo.
- Todas las dudas, preocupaciones, ansiedades y miedos me abandonan.
- Vivo en este mundo con facilidad y comodidad.
- Estoy en armonía conmigo mismo y con los demás.
- Tengo un sistema nervioso fuerte y resistente.
- Todas mis células cerebrales funcionan claramente y sin problemas.
- Encuentro una salida a cualquier situación.
- Confío en mi propia fuerza y en mis capacidades.
- Me siento muy bien.
- Estoy dispuesto a afrontar cualquier tarea, soy despierto y enérgico.
Al final de la sesión, siéntate en silencio durante unos segundos, luego respira profundamente, abre los ojos y exhala lentamente. Termina la sesión nocturna con la actitud de «estoy completamente relajado y dormiré profundamente».
En la etapa inicial, se permite leer una lista de afirmaciones compuestas. Un buen resultado se consigue reescribiendo las frases que se sugieren a diario.