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La fobofobia es un miedo que se distingue de otras fobias. A diferencia de los demás trastornos fóbicos, la fobofobia no se desencadena por objetos o circunstancias externas, sino por los pensamientos y sentimientos de quien la padece. La ausencia de situaciones concretas, que pueden controlarse mediante la evitación o la inmersión gradual, según la voluntad interior, suele provocar una generalización del miedo. Con el tiempo, la necesidad de controlar los estados mentales se vuelve dominante, restringiendo las capacidades del paciente en todos los aspectos de la vida. La fobofobia puede ser tratada por especialistas en psiquiatría, psicoterapia y psicología clínica.
Causas de miedo al miedo
La fobofobia surge principalmente por la percepción particular del miedo y su fijación en la memoria del paciente. Los pacientes suelen asociar su miedo con algún objeto externo (espacio abierto, espacio cerrado, perros, arañas, etc.) cuando se encuentran en una situación de miedo. En la fobofobia, el elemento principal del recuerdo es una sensación interior intensa, inexplicable, angustiosa e incontrolable. Dado que la fobia no está «ligada» a objetos externos, puede desarrollarse de forma independiente y depende del estado emocional de la persona afectada.
Muchos otros miedos pueden esconderse detrás del miedo a tener miedo. Algunos pacientes fóbicos temen experimentar una nueva sensación de temor más que cualquier otra cosa. Otros están preocupados por su propia salud, ya que los ataques fóbicos van acompañados de marcadas reacciones autonómicas que pueden parecerse a la asfixia, los ataques cardíacos y otras afecciones que ponen en peligro la vida.
Algunos se preocupan por su propia cordura. Otros temen perder el control y hacer algo embarazoso o inapropiado delante de los demás.
Cinco se preocupan de que el episodio fóbico pueda exponer a la persona a situaciones que pongan en peligro su vida (por ejemplo, si se encuentra a gran altura, conduciendo un coche, etc.). A menudo se combinan varios de estos miedos, con uno de ellos, como el miedo a perder la cabeza, como miedo principal, y los otros matizando y complementando el «cuadro general» de la fobofobia. A veces, los distintos miedos pueden activarse alternativamente en diferentes circunstancias, por ejemplo, cuando el paciente está solo y tiene miedo de morir de un ataque al corazón, o en público de pasar vergüenza delante de los demás.
Síntomas de la fobofobia
La fobofobia se caracteriza por recuerdos dolorosos, angustiosos y desagradables de una experiencia. La experiencia puede ser desencadenada por una amplia gama de condiciones: experiencias de ansiedad, miedo, escenas de libros y películas, estados emocionales similares a los que precedieron al episodio fóbico inicial, un cuasi discurso de un entrevistador, etc. Los intentos de evitar pensar en una posible repetición del horror son como intentar evitar pensar en el mono blanco, cuanto más intenta el paciente fóbico negarse a sí mismo los recuerdos desagradables, más resurgen.
Al sentirse impotentes por su incapacidad para controlar sus pensamientos y recuerdos, muchos fóbicos intentan sustituir su control sobre el mundo exterior. Puede formarse un elaborado sistema de rituales, que a menudo pasa desapercibido para los demás. En ausencia de un objeto de miedo específico, la tendencia a la evitación generalizada es más pronunciada que en otras fobias. Una persona con fobia puede temer un ataque de claustrofobia cuando viaja en coche, un ataque de aerofobia cuando vuela en avión, un ataque de sociofobia cuando se relaciona con otra persona, etc. La incertidumbre y un gran número de situaciones «potencialmente peligrosas» obligan al paciente a limitarse significativamente en todos los ámbitos de la vida.
Los fóbicos suelen relacionar sus temores con problemas de salud. Al describir las crisis de ansiedad, puede hacerse hincapié en los síntomas autonómicos o en el deterioro de la percepción de uno mismo y del mundo. Los pacientes que padecen fobia se quejan de palpitaciones, falta de aire, debilidad en las piernas, mareos, malestar estomacal, náuseas y ganas repentinas de orinar. Algunos fóbicos experimentan una pérdida del sentido de la realidad, pérdida de control sobre su propio cuerpo, vacío en la cabeza y una constricción del campo de visión y otras distorsiones visuales. Estos síntomas pueden provocar miedo a morir, volverse loco o perder la memoria.
Las consecuencias trágicas imaginadas de un ataque fóbico provocan una liberación de adrenalina que afecta al sistema nervioso autónomo. El cuerpo entra en un modo de funcionamiento evolutivamente determinado de «lucha o huida». El pulso y la respiración se aceleran, y el tono de los músculos lisos de las paredes de los órganos internos huecos (estómago, intestinos, vejiga) cambia. Esto conduce a los mencionados síntomas físicos desagradables. De este modo, los pensamientos y sentimientos del paciente fóbico se convierten en una especie de profecía autocumplida, que viene determinada por los mecanismos fisiológicos de regulación del organismo.
Con la generalización, surgen cada vez más situaciones que provocan un nuevo brote de fobofobia. Cualquier sensación corporal puede desencadenar el ataque. Los ataques comienzan a desencadenarse tanto por emociones positivas como negativas. Cuanto más dure la fobia, más frecuentes e intensos serán los ataques. Al miedo le siguen otros trastornos psiquiátricos como la depresión, el trastorno de ansiedad generalizada y el trastorno obsesivo-compulsivo. Algunos pacientes fóbicos intentan normalizar su estado mental y emocional tomando alcohol y otros medicamentos. También son posibles el alcoholismo, el abuso de benzodiacepinas y de hipnóticos-sedantes.
Diagnóstico y tratamiento de la fobofobia
El diagnóstico se realiza sobre la base de la anamnesis, las quejas y los resultados de las pruebas psicológicas. En el proceso diagnóstico se utilizan las escalas de ansiedad y depresión de Beck, Hamilton y HADS, la escala de ansiedad de autoevaluación de Zang y otros procedimientos psicodiagnósticos. Si se sospecha que los síntomas se deben a afecciones somáticas, el paciente es remitido a un médico general, endocrinólogo, neurólogo, cardiólogo y otros especialistas.
El plan de tratamiento se elabora de forma individual, teniendo en cuenta el estado del paciente, la presencia o ausencia de otras enfermedades psiquiátricas y físicas. Las indicaciones para la prescripción de medicamentos son los trastornos depresivos asociados, los altos niveles de ansiedad, el agotamiento psicológico y la falta de recursos internos para el trabajo psicoterapéutico. La fobofobia se trata habitualmente con bloqueadores de los receptores beta-adrenérgicos, tranquilizantes benzodiacepínicos y antidepresivos tricíclicos y serotoninérgicos.
Los fármacos tratan los síntomas pero no las causas de la fobia. El miedo a reaparecer tras la retirada de los fármacos suele volver, por lo que la farmacoterapia no debe considerarse el tratamiento principal del trastorno fóbico. Para eliminar las causas de la fobia se utilizan diversas técnicas psicoterapéuticas: terapia cognitivo-conductual, terapia racional, psicoanálisis, hipnosis, programación neurolingüística.
El pronóstico depende de la gravedad y la duración de la fobia, la presencia o ausencia de otros trastornos psiquiátricos, la madurez de la personalidad, el nivel de motivación y otros factores. En ausencia de adicciones graves u otras enfermedades mentales, con la suficiente motivación y disposición para trabajar intensamente con un psicólogo o psicoterapeuta, se puede lograr una mejora significativa o la desaparición completa de los síntomas fóbicos en la mayoría de los casos.