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El miedo a las abejas y avispas es un sentimiento normal para cualquiera que haya sido picado por estos insectos al menos una vez en su vida. Si el miedo se vuelve patológico e incontrolable, se trata de apifobia. Este trastorno es muy común y se trata con bastante éxito, lo principal es no retrasar la visita al médico.
Miedo a las abejas y avispas
La picadura de una abeja o de una avispa, sobre todo si tuvo consecuencias desagradables después, puede conducir aún más al desarrollo de la apifobia
La apifobia es un miedo irracional e incontrolable a las abejas y avispas. El miedo se produce en muchas personas que han sido picadas por estos insectos. De hecho, el temor se extiende a cualquier insecto picador rayado: avispas, abejas y abejorros.
El miedo a las abejas puede aparecer a cualquier edad, pero la mayoría de las veces el miedo proviene de la infancia. Puede agravarse por la visión de un insecto o sólo por el sonido del zumbido.
Para recordar la fobia, o el nombre exacto del miedo, basta con conocer el nombre de las abejas en latín: apis. El problema lo sufren sobre todo las personas que viven en grandes ciudades, donde hay pocos insectos. Normalmente, los niños del campo están acostumbrados a ver estos insectos desde la infancia, por lo que están bastante relajados con las avispas y las abejas.
Hay que saber distinguir entre el miedo normal y el miedo patológico. En el primer caso, la persona tiene miedo de que le piquen, porque la picadura del insecto va acompañada de dolor y puede provocar alergias. De hecho, la reacción normal es el miedo a encontrarse con esos insectos. Solo se dice que hay miedo patológico cuando una persona tiene un terror incontrolable a la vista de esos insectos que no puede afrontar por sí misma.
Causas del trastorno
Dado que la apifobia es el miedo a las abejas, la causa de su desarrollo es bastante obvia. El miedo patológico se da en personas que han sido picadas previamente por abejas o avispas. El trastorno suele comenzar en la infancia, ya que un ataque de insectos en un niño pequeño va acompañado de un fuerte susto. El estrés refuerza la mentalidad de «abeja herida» y provoca el desarrollo de un trastorno fóbico.
No es raro que una persona alérgica al veneno de los insectos desarrolle miedo a las abejas, avispas o abejorros. El miedo en este caso se debe a un temor por la propia salud o incluso por la vida. Al mismo tiempo, la apifobia puede ir acompañada de otros trastornos: miedo a la muerte, a la enfermedad o al dolor.
Una razón poco evidente para el desarrollo de la fobia son las peculiaridades de la propia educación. Por desgracia, no todos los padres tienen la paciencia necesaria para responder a las preguntas de los niños o enseñarles las normas de seguridad, por lo que muchos se limitan a asustar las consecuencias de las picaduras de abejas y avispas. En lugar de explicar adecuadamente al niño las razones de los ataques de estos insectos y su comportamiento, los padres le describen el dolor de las picaduras, los síntomas de la alergia y le asustan con las nefastas consecuencias. Como resultado, el niño impresionable puede adquirir un miedo de por vida a estos insectos.
Otra causa poco evidente de la fobia es ver películas de terror en las que las personas son atacadas por insectos o las abejas son puestas deliberadamente sobre los humanos. Para las personas con una psique débil, un argumento de este tipo puede ser suficiente para adquirir esta fobia.
Síntomas de la apifobia
Incluso al ver un pequeño insecto rayado, un apifóbico tiene ataques de pánico y ansiedad incontrolable
El miedo a las avispas, abejas y abejorros, llamado apifobia, tiene los mismos síntomas que otros trastornos específicos. Una persona experimenta terror y pánico cuando se encuentra con un insecto peligroso. Algunos necesitan ver una abeja, otros sólo necesitan oír el zumbido del insecto. La fobia también puede agravarse al ver imágenes de abejas o vídeos que muestren una colonia de insectos.
Síntomas de miedo patológico:
- Aumento del pánico;
- Ansiedad incontrolable;
- Presión sanguínea elevada;
- Mareos;
- Pulso rápido;
- Falta de aliento;
- Desorientación;
- Un deseo de escapar.
Por regla general, una persona pierde los nervios cuando se encuentra con un objeto de miedo. El miedo al pánico hace que una persona se comporte de forma inadecuada al ver una abeja o una avispa. Un adulto, por ejemplo, puede gritar de repente e intentar escapar del insecto que le pica. Los síntomas patológicos en los niños incluyen la histeria violenta, hasta las convulsiones.
Diagnosticar la apifobia
Sabiendo cómo se llama el miedo a las abejas o el miedo patológico a las avispas, una persona podrá hacer un diagnóstico por sí misma. Sin embargo, es aconsejable buscar la ayuda de un especialista. La consulta con un psicoterapeuta es necesaria en primer lugar para comprender las razones de este miedo, que no siempre son evidentes. Además, el médico ayudará a descartar patologías psico-neurológicas secundarias que podrían conducir a una exacerbación de la reacción del sistema nervioso a los estímulos, en este caso los insectos.
Para hacer un diagnóstico, el médico solo tiene que hablar con el paciente, hacerle preguntas y analizar la reacción. Todo el procedimiento no lleva mucho tiempo. Tras la primera entrevista, el médico le propondrá varios métodos de tratamiento entre los que elegir. Algunos pacientes superan el miedo a las abejas con bastante rapidez, mientras que otros pueden necesitar una terapia a largo plazo.
Ayuda profesional y autotratamiento
El enfoque principal en el tratamiento de la apifobia es acercarse gradualmente al objeto del miedo
El nombre de la fobia a las abejas es apifobia y lo mismo ocurre con el miedo a las avispas y abejorros. El tratamiento de dicha fobia suele ser psicoterapéutico. La terapia con medicamentos se prescribe en muy raras ocasiones: solo si el paciente tiene otros trastornos mentales y neurológicos, como neurosis, depresión. En estos casos, se utilizan antidepresivos, sedantes y tranquilizantes. Los medicamentos son prescritos por el médico de forma individual y se toman en un curso corto (excepto los antidepresivos, que se prescriben durante al menos seis meses).
El enfoque principal en el tratamiento de la apifobia es acercarse gradualmente al objeto del miedo. Esto debe ir precedido de varias sesiones de psicocorrección cognitivo-conductual, que ayudan a corregir la reacción individual del paciente a los zumbidos y picaduras de insectos.
El acercamiento al objeto del miedo es lento. Al principio se muestran a la persona imágenes de abejas y se trabajan sus reacciones mediante psicoterapia cognitivo-conductual. Con el tiempo, pasan a ver vídeos y documentales sobre abejas y avispas.
Cuando el paciente se sienta lo suficientemente seguro, es el momento de que interactúe con los insectos vivos. Para ello, puede practicarse una visita a un colmenar.
Las abejas nunca picarán simplemente a una persona. Además, durante la visita al colmenar, el paciente recibe un equipo de protección especial utilizado por los apicultores, que evita las picaduras, por lo que dicho evento es absolutamente seguro.
El autotratamiento sigue el mismo patrón, solo que en lugar de la terapia cognitivo-conductual, se utilizan técnicas de autoentrenamiento y relajación. Cuando una persona aprende a refrenar los ataques de miedo con la ayuda de la relajación, como los ejercicios de respiración, se recomienda comenzar el acercamiento gradual al objeto del miedo.
Por regla general, la apifobia se trata con bastante éxito, tanto de forma profesional como independiente. La única diferencia es que un psicoterapeuta ayudará a superar el miedo mucho más rápido, mientras que el autotratamiento puede llevar seis meses o más.