abril 28, 2024
Hemofobia

Hemofobia. Como superar la hematofobia

Hemofobia o Hematofobia – miedo a la sangre.
Los psicólogos y psicoterapeutas relacionan esta tendencia negativa con las exigencias de los tiempos modernos:

  • sobrecarga excesiva, tanto mental como física;
  • el intenso ritmo de vida;
  • carga excesiva de información con contenido negativo;
  • el predominio de las emociones negativas sobre los sentimientos positivos;
  • Incapacidad y/o imposibilidad de descansar adecuadamente;
  • falta de habilidades de relajación para restaurar el funcionamiento normal del sistema nervioso.


El estrés crónico y el cansancio son un trasfondo ideal para el desarrollo de los miedos reflejos. Las fobias actúan como una especie de «freno», obligando a las personas a reflexionar y reconsiderar su estilo de vida. Entre estos mecanismos de defensa se encuentra la hemofobia, el miedo a la sangre, también conocido como hematofobia. La hemofobia es una especie de clásico entre los miedos irracionales, ocupando el tercer lugar, según la Asociación Americana de Psiquiatría.
¿Y a quién le gusta ver sangre?
Sin embargo, hay que distinguir claramente un trastorno de ansiedad-fobia de una aversión general a la visión de la sangre. Muchas personas tienen aversión a la visión de la sangre y muchos pacientes se apartan cuando se les hace un análisis. Los especialistas dicen que esta reacción es normal para una persona sana, pero lo contrario, un «amor apasionado» por la visión de la sangre, es patológico.
Cuando los sentimientos y las reacciones adoptan una forma incontrolable, los temores son intrusivos, inexplicables e incomprensibles, y la intensidad de las manifestaciones somáticas aumenta, se puede suponer que el ataque es anormal.

Hematofobia

Manifestación de la hemofobia (hematofobia)

La mayoría de las personas no sospechan la presencia de dicha patología hasta cierto punto y descubren la dolencia de forma inesperada en el momento más inoportuno. Por ejemplo, cuando un familiar o conocido necesita prestar ayuda médica urgente en caso de lesión: para detener la hemorragia o para actuar como donante de rescate. El hemofóbico, en lugar de hacer algo concreto, se asusta al ver la sangre, siente náuseas, se marea o se desmaya por completo. En las formas más leves de la enfermedad se puede notar la cara pálida, temblores de las extremidades, dificultad para respirar, palpitaciones y fluctuaciones de la presión arterial alta. El mayor grado de hemofobia se refleja en la rápida respuesta del sistema nervioso autónomo como resultado de la señal visual de la visión de la sangre. En estos pacientes el cuadro clínico es el siguiente:

  • sensación de olor a sangre (casi siempre de carácter alucinatorio);
  • estupor de pánico;
  • náuseas y vómitos;
  • mareos extremos;
  • desmayo.


El paciente hemofóbico clásico presenta síntomas autonómicos intensos cuando ve películas violentas, experimenta un miedo inexplicable al presenciar un accidente. Un hematófobo experimenta una ansiedad extrema no sólo cuando ve cortes en su propio cuerpo, sino también cuando observa heridas y arañazos en otras personas. Numerosos estudios realizados por psiquiatras rusos han demostrado que la intensidad de la ansiedad es aproximadamente la misma cuando ven su propia sangre y la de otros.
La fantasía de un individuo con este trastorno convertirá un pequeño chorrito de zumo de tomate en un gran charco de sangre. Estas personas tienden a evitar las visitas a los centros médicos y rechazan los procedimientos médicos y preventivos. Están «gobernados» por una intensa ansiedad de que puedan ver sangre en los hospitales, ¡y Dios no quiera que sea su propia sangre!

Hemofobia o Hematofobia


Esta imagen imaginaria abruma al hemofóbico hasta el punto de que pospone la llamada a la ambulancia hasta el último momento cuando se enfrenta a una situación que pone en peligro su vida. Tomar una prueba de sangre de un dedo es para estas personas un calvario parecido a la tortura de la Inquisición. La extracción de sangre de una vena puede provocar un shock, incluso un desmayo.
Una característica específica de la hematofobia, así como de otros miedos «médicos», es que la persona no intenta alejarse inmediatamente del objeto del miedo, y muestra los síntomas de la enfermedad en lugar de la situación aterradora.


Hemofobia (Hematofobia): Causas

A la hora de explicar las causas del miedo a la visión de la sangre, se pueden dar varias teorías diferentes.

¿Por qué me mareo al ver sangre?
Causa 1.

La aparición de la hemofobia muy raramente tiene una causa subyacente. En casos aislados, el miedo al pánico comienza a desarrollarse después de que el individuo haya experimentado personalmente intervenciones médicas infructuosas y dolorosas, en las que el paciente ha experimentado una importante pérdida de sangre y ha sido testigo de una hemorragia excesiva.

Causa 2.

La mayoría de los pacientes hemofóbicos son personas impresionables y sensibles, con una disposición nerviosa delicada, simpática y empática, con una disposición creativa. Estas propiedades primarias de tales personalidades, por regla general, se combinan con rasgos anankásticos. Y las personas de estirpe pedante sólo tienen una mínima presencia de mecanismos de desplazamiento en la actividad mental.
Ejemplo. Una madre anacantista que sufra de hemofobia esconderá todos los objetos afilados, cortantes y punzantes para protegerse a sí misma y al niño de los cortes, respectivamente de posibles hemorragias. No puede calmarse, preguntándose si ha pasado por alto algún objeto que pueda provocar un corte. La mujer intenta alejar los pensamientos sombríos de la pérdida de sangre imaginada en el bebé, pero vuelven a aparecer. Es consciente de que su ansiedad es infundada, pero no puede superar su miedo. Incluso en la etapa de desarrollo del afecto, la mujer anankasta intenta superar sus compulsiones, pero como su capacidad mental de desplazamiento es intrínsecamente insuficiente, esta misma lucha intensifica la ansiedad compulsiva, «mece» y fustiga el miedo hasta el límite.

miedo a la sangre


Razón 3.

La mayoría de los psiquiatras están de acuerdo con la suposición de que la causa subyacente es un miedo genético (hereditario) que se ha heredado de antiguos antepasados. La vida en los tiempos primitivos, en los que se carecía por completo de conocimientos médicos básicos, por no hablar de la ausencia de medicamentos y de médicos formados, obligaba a la gente a ser extremadamente cuidadosa y precavida. Pues cualquier traumatismo, herida, arañazo, acompañado incluso de la más mínima hemorragia, en esas horas podría provocar una pérdida masiva de sangre, causar infecciones secundarias y conducir a la muerte. La visión de la sangre provocaba instintivamente el pánico y el miedo intenso en nuestros predecesores.


¿Como superar la hematofobia?

Paso 1: Es bastante común que las personas exageren el alcance de sus miedos y que el grado de hemofobia que tienen no sea un desastre grave. En los casos leves, basta con contar las preocupaciones a un médico o psicólogo para obtener información fiable sobre la afección. En la comunicación con un psicoterapeuta, el objetivo principal del médico es ayudar al hemofóbico a comprender mejor sus sentimientos, a «experimentarlos» en voz alta, a verbalizar sus ideas preocupantes. El especialista, a su vez, comparte información con el paciente, lo que le guía hacia un nuevo nivel de pensamiento.
Una cura milagrosa en estos casos es la comunicación con los conocidos cercanos, para los que los procedimientos relacionados con la extracción de sangre, la transfusión y el Al adquirir el conocimiento de que todas las manipulaciones realizadas en las instituciones médicas son seguras e indoloras, una persona que sufre un grado leve de hemofobia tiene un nivel de ansiedad significativamente menor.
Estas técnicas guían al paciente para que explore y analice sus propios sentimientos, sus experiencias pasadas y presentes, y para que observe los cambios en su pensamiento y sus emociones.
Paso 2: Mientras que la mayoría de los trastornos de ansiedad-fobia requieren medicación a largo plazo, la situación de la hemofobia es mucho más sencilla. El pánico a la sangre se resuelve con éxito en el menor tiempo posible sin necesidad de utilizar medicamentos potentes. Los psicólogos recomiendan que los pacientes realicen regularmente una serie de ejercicios especialmente diseñados para desarrollar reacciones adaptativas y habilidades de autocontrol en una situación de emergencia.
He aquí algunas de ellas.

Intenta tensar los músculos al máximo. Comience con los músculos de los brazos, tensando gradualmente todos los músculos del cuerpo. Cuando alcances el pico de tensión y mantengas los músculos a tono, intenta realizar movimientos con las extremidades. Practica estos movimientos tan a menudo como sea posible para fijar el ejercicio en tu mente. El secreto de este ejercicio es sencillo: durante un ataque de hematofobia, la presión arterial suele bajar, haciendo que el paciente pierda el conocimiento. Cuando se acerque un ataque de miedo, su cerebro le recordará su entrenamiento, y automáticamente tensará los músculos y «agitará» los brazos. En el momento crítico, esto ayudará a mejorar la circulación sanguínea, evitando así los desmayos.
El ejercicio vigoroso ayudará a restablecer el flujo sanguíneo normal. En cuanto sientas que se acerca un momento crítico, empieza a hacer sentadillas o saltos.
Un excelente método para evitar la pérdida de conocimiento es aprender a controlar la respiración. Practica la forma de hiperventilar tus pulmones. Respira profundamente y con fuerza, mantén la respiración durante unos segundos y espira con fuerza. Sin descanso, toma la siguiente respiración. Domina el ciclo de 10, hasta 20 respiraciones y exhalaciones. Los ejercicios de respiración te ayudan a movilizarte en el momento adecuado y a tomar el control de tu estado emocional.


Paso 3: Desarrollar una adicción al objeto del miedo.
Uno de los pasos para tratar el miedo a la sangre es enseñar al paciente a volverse psicológicamente resistente al objeto de su miedo. Los métodos de psicoterapia cognitiva aprovechan la capacidad de adaptación de la psique humana.
Ejemplo. Puede parecer extraño, pero la mayoría de los estudiantes de primer año de medicina identifican su miedo a la sangre en su primera sesión de formación práctica. Al final de sus estudios, este miedo desaparece por completo. La explicación de este «milagro» es sencilla: los alumnos tienen que entrar repetidamente en contacto con el objeto de su miedo, y cada vez se consolida en su mente la idea de que no les ocurre nada malo cuando ven este fluido corporal.
El mismo procedimiento de consolidación gradual de una respuesta cognitivo-conductual ha sido utilizado con éxito por los psicoterapeutas. Además, este método proporciona un resultado garantizado y estable para deshacerse de la hemofobia. Los pacientes que se han sometido a esta terapia activa abordan la visión de la sangre con total serenidad e indiferencia.


Paso 4: Miedo a la sangre: terapia de meditación
La meditación también puede considerarse uno de los mejores y más eficaces métodos para eliminar el miedo a la sangre. Los beneficios terapéuticos de la meditación han sido confirmados por numerosos estudios científicos y son reconocidos por la mayoría de los psiquiatras de renombre.
La práctica de la meditación es similar a las oraciones cristianas: consiste en la repetición periódica de una o varias palabras. La repetición constante de ciertos sonidos o palabras durante un periodo de tiempo tiene un impacto significativo en la mente humana y en el subconsciente.
El objetivo de la meditación es ayudar a tomar conciencia de uno mismo como parte del cosmos y reducir la ansiedad. Esta técnica oriental calma y tranquiliza la personalidad y la alinea con su destino.