abril 28, 2024
Demofobia

Demofobia: miedo a las multitudes

¿Cómo se llama la gente que tiene miedo a las multitudes?

Una fobia es una reacción persistente a un estímulo que la persona experimenta como negativo. En este caso, existe una variante como la demofobia: el miedo al pánico a las multitudes, a las grandes aglomeraciones de personas. Durante el ataque el hombre es inadecuado, ve un peligro real grave donde no existe.
Las multitudes cotidianas son incapaces de causar daño. Pero las imágenes de las consecuencias causadas por una multitud descontrolada pueden vivir en el inconsciente humano.

miedo a las multitudes

El mundo actual es activo, dinámico. Una mañana en una capital comienza con la multitud que prácticamente entra en el metro, apresurándose para ir al trabajo. El ritmo acelerado de la vida, las grandes aglomeraciones de gente se pueden vivir de diferentes maneras. Para algunos, es un poderoso impulso de energía, un factor positivo y emocional, mientras que para otros el gran número de personas provoca miedo y tensión. En los casos más agravados, este miedo puede convertirse en una fobia.
Una fobia es una reacción persistente a un estímulo que la persona experimenta como negativo. En este caso, existe una variante como la demofobia: el miedo al pánico a las multitudes, a las grandes aglomeraciones de personas. Durante el ataque el hombre es inadecuado, ve un peligro real grave donde no existe.
Las multitudes cotidianas son incapaces de causar daño. Pero las imágenes de las consecuencias causadas por una multitud descontrolada pueden vivir en el inconsciente humano. Todo el mundo sabe que, en un momento de pánico, la multitud es una fuerza tremenda capaz de causar un gran daño a los que la rodean. Asustado, huyendo, puede ser extremadamente peligroso, donde cada uno salva su propia vida sin prestar atención a los demás.
El mundo moderno está lleno de situaciones negativas que implican a un gran número de personas: atascos en las carreteras, largos viajes al trabajo, embotellamientos, emisiones de televisión que muestran atentados terroristas, frecuentes reuniones públicas con consecuencias imprevisibles de una multitud intoxicada, robos de dinero y bienes en lugares y mercados abarrotados, etc. El miedo a las personas se denomina colectivamente antropofobia.


Causas del desarrollo de la fobia al pánico


El desarrollo de estas condiciones severas siempre tiene su propia historia. Por regla general, las condiciones previas que dan lugar a la demonofobia se establecen en la infancia, cuando se forma el espacio personal del niño y el sentido de éste. Si se viola constantemente, el niño puede tener problemas con la gente más adelante, y más aún si se trata de una gran reunión de ellos.
Al crecer, un niño así tiene más probabilidades de estar expuesto a situaciones traumáticas que implican a personas o grupos de personas. Si, en la edad adulta, le afectan mucho las multitudes o simplemente las situaciones en las que intervienen personas, puede desarrollar una demofobia.

miedo a las multitudes


La demofobia también se presenta como un factor concomitante en las enfermedades mentales y los trastornos nerviosos.
Todas las personas con las que entramos en contacto en el transporte público, en la calle o en el interior, y podemos tener reacciones emocionales cuando las miramos, nos sentimos incómodos por su tacto, su olor, etc. Estas experiencias pueden afectar a nuestro espacio personal.
Cada persona tiene su propia distancia. Al establecer esta distancia con otras personas e interactuar con ellas, se sienten seguros. Los demofóbicos no tienen esa distancia; son extremadamente sensibles a los que les rodean. Una persona cuyos límites han sido violados constantemente desde la infancia sentirá una gran incomodidad con otras personas. Si hay mucha interacción, la persona puede tener un deseo constante de «escapar» de la multitud, de estar sola. Si no se toman medidas, este proceso se intensificará y aumentará la tensión en el contacto con las personas. No esperes que el miedo intenso desaparezca por sí solo. Los síntomas, una vez manifestados, se repetirán una y otra vez. Ayúdate a ti mismo de la manera que consideres aceptable.
El miedo a las multitudes, como cualquier otra fobia, es una reacción de protección. Le ayuda a uno a asegurarse a sí mismo y a sus límites. Las personas extremadamente susceptibles mantienen su espacio personal evitando las grandes aglomeraciones y eligiendo un grupo reducido de personas con las que se sientan cómodas.
Síntomas de pánico a las multitudes
Si una persona experimenta un malestar repentino y pánico de forma casi constante al presentarse en lugares concurridos, visitar grandes tiendas, mercados, etc., entonces podemos hablar de la presencia de esta fobia o de la predisposición a la misma.
La persona puede sentirse mareada durante el ataque de pánico, tener palpitaciones y aumento de la presión arterial e incluso puede desmayarse.
Se retiran de la interacción activa con el entorno social, sintiéndose a gusto sólo cuando están rodeados de un pequeño número de personas.

El miedo de una persona que teme a las multitudes es inexplicable para él. Puede decirse a sí mismo que no tiene que temer a nadie en una situación determinada, pero es poco probable que esto le ayude mucho, aunque sí le alivie un poco. La persona no tiene miedo de la situación actual, sino de algo más, de algo de hace tiempo, que está profundamente arraigado en ella por experiencias pasadas.
Por supuesto, puede que te quiten la cartera en una multitud, y cuidarla en el mercado, por ejemplo, es una sana reacción de protección. Pero si la percepción de la pérdida de su cartera le provoca un terror de pánico, hay que corregir esa reacción.
Los estados de miedo pánico pueden ocurrir en lugares que no pueden ser abandonados abruptamente – la silla del barbero el lugar en el cine. La persona está atenazada por el miedo a la vergüenza si tiene un ataque de pánico en un lugar público, asustada por su comportamiento indefenso en público.


Cómo ayudarse a sí mismo durante un ataque de pánico

Los psicólogos recomiendan mirar a su alrededor en busca de posibles peligros de las personas que le rodean. Después de mirar a su alrededor, verá que todo el mundo está ocupado con sus pensamientos, asuntos, y usted a ellos el mismo fondo mundano como los otros transeúntes.
Una buena solución en este momento agudo es escuchar la voz de un ser querido al que pueda llamar por teléfono. Esto le calmará, le distraerá y le dará fuerza y seguridad.
En momentos como este, la gente no ve a personas como ellos en la multitud. Para él es una masa gris sin rostro. Es aconsejable hablar con alguien de la multitud, preguntar la hora, hacer cualquier pregunta. Al recibir una respuesta tranquila, podrá sentir la situación real de forma más adecuada, comprendiendo que en este momento su pánico es infundado. Al hablar con la persona, puede aliviar su condición aguda.
Intenta en este momento sentirte mejor contigo mismo, con tu cuerpo, observa tu respiración. Suave y profundo, le ayudará a relajarse, a organizar sus pensamientos y le permitirá calmarse. Recurriendo constantemente a la práctica de la respiración se puede aprender a aliviar esos ataques por sí mismos.


El tratamiento de la demofobia


Libérate de las situaciones que te traumatizan. Este enfoque no es ciertamente el mejor. Una persona que evita las multitudes adopta la posición de víctima. El sentimiento de dependencia de las personas y las circunstancias aumenta, y la calidad de vida disminuye, pero el proceso de desarrollo de la fobia se detiene. Esta es una forma necesaria pero no suficiente de ayudarse a sí mismo. No todo el mundo puede vivir una vida de autolimitación todo el tiempo. El desarrollo de la fobia se ralentizará, pero sólo puede resolverse realmente con la ayuda de un especialista.
Hay que reducir la influencia traumática de las multitudes. Intenta evitar las aglomeraciones de gente, elige rutas con poca gente y sin tráfico activo. Planifique su ruta en torno a lugares concurridos: calles principales y plazas. Intenta no ir a festivales masivos, teatros, conciertos, reuniones, restaurantes, mercados, grandes tiendas.
Si está preparado para acudir a un psicólogo, esta sería la mejor opción.
Los métodos psicológicos son muchos y variados. Un especialista, por ejemplo, puede preguntar al cliente sobre los estados que experimenta, analizarlos, y luego simular artificialmente situaciones en su consulta y permitir que el paciente las experimente de una forma nueva, pasando de lo más sencillo a lo más complejo. El psicoterapeuta también puede añadir medicamentos para calmar el sistema nervioso. En un estado más tranquilo empezamos a experimentar emociones positivas, lo que nos lleva gradualmente a la recuperación.
La tarea del psicólogo es mostrar la falta de fundamento de las reacciones agudas ante las situaciones cotidianas y enseñar a las personas a ver la realidad en lugar de sus fantasías.